Descripción de la ciudad

El pueblo de Miria vive al resguardo de los muros exteriores y sus torres de defensa. La vida aquí dentro parece imperturbable y las gentes se dedican a lo que más les plazca en esta próspera y orgullosa ciudad.
Los campos de cultivo, fuera de las murallas exteriores, están resguardadas por una empalizada y patrullas que al menos una vez al día pasan por cada granja.
Dentro de las murallas exteriores, la ciudad abunda en viviendas, comercios y lujos menores. Localizándose aquí las viviendas de los cortesanos, los nobles y el clero (apenas separadas por zonas o “barrios” de libre circulación), las artes proliferan bajo las formas de podios, teatros y demás institutos. La cultura abunda y hasta los campesinos son gente entendida, pues esta metrópoli se propone educar a todas las castas.
A pesar de ser una ciudad humana (conocida y amada por todos los de su género) y que estos son gran mayoría en el interior de la misma, Miria acepta a todas las razas sin distinción.
La magia tiene buen desarrollo y se cuentan numerosas escuelas en el lugar, pero el grado de desarrollo es más bien básico, dedicado a la urbanización y no al conocimiento mágico especial de otras ciudades íntegramente dedicadas a estos fines.
El ejército regular de Miria es probablemente el más poderoso desde la caída del Imperio de Rogan durante la Catástrofe; combinan el magistral equipamiento de una nación rica con el óptimo entrenamiento de sus tropas.
Como es de esperar, Miria posee un marcado espíritu expansionista: son conscientes de su supremacía y no pierden oportunidad de anexar territorios. La mayoría de los poblados cercanos son ya sus tributarios, y es a estos impuestos que debe la ciudad su abundancia. Los pueblos atacados por Miria resultan brutalmente empobrecidos por las colosales sumas que exigen como pago.
Dentro de las murallas exteriores hay otro perímetro cercado por una nueva muralla que alberga en su interior el inmenso castillo de Miria y el palacio imperial; ambos edificios de exageradas proporciones donde solo residen los personajes y visitas más ilustres. Únicamente se puede ingresar a esta zona ante el llamado de Cadmo, rey de Miria.
El magnánimo, como se lo llama, posee una reputación dual: todos lo admiran y respetan a la vez que saben con cierto temor que impera con una marcada severidad rayana en la crueldad. El mismo rey admite estos comentarios y varias críticas más, lo que hace contrapeso para bien a su figura que fácilmente podría ser desdeñable.

Pero dejemos esos pormenores por ahora , conozcan por ustedes mismos la Ciudad de Miria en todo su esplendor.