NOMBRE: Masâj Grimblade (Más conocido por "Masacre")
EDAD: 25.
RAZA: Falso demonio.
OFICIO: Pícaro
EQUIPO: - Spoiler:
-Armadura de cuero: +4 resistencia +4 resistencia mágica
Tipo: ligera
Descripción: Armadura de cuero simple, muy útil para viajeros novatos.
Valor: 20 monedas
- Spoiler:
-Daga: Daño físico +3, Habilidad +1, Presteza +1
Tipo: corto-punzante, 1 mano
Descripción: pequeño arma de filo corto pero letal.
Valor: 18 monedas
DINERO: 2
DESCRIPCIÓN FÍSICA: Cualquiera diría persona normal, con solo verle la cara, pues de él mucho no se destaca, o al menos no de su pálida tez, normal, viniendo de las frías tierras del norte. Pero si solo fuera por eso, casi todo el mundo sería normal, y casi nadie lo es. Su pelo largo a media espalda, lleva creciendo años, sin imponer una solución, al igual que su barba, algo escasa, pero que se hace notar al ponerse cerca. Sus ojos rojos son el más vivo reflejo de la muerte. Su estatura es buena, pues casi a los dos metros puede llegar, no conozco el dato exacto. Su corpulencia, sin embargo, es más bien escasa, pero esto último se complementa con una agilidad normal, o incluso un poco dotada.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA: Normalmente, todo falso demonio crea muerte, destrucción y demás atrocidades a su paso. Con él no iba a ser distinto, pero con un poco de suerte, las voces en su interior no saldrán y quizás después de una conversación normal y corriente podrás contarlo. Pero no siempre, a veces, se dedica a causar la máxima destrucción posible ¿Por qué? No es un hombre cuerdo, simplemente. En situaciones sociales siempre se aísla, si es que las hay, en situaciones asociales, sin embargo, se desenvuelve con ligereza y suele aceptar cualquier cosa si hay beneficios, pues algo para él bastante importante es el dinero. Extraña forma de pensar. ¿Es serio? No a menudo, solo cuando se lo propone o le da un venazo, cosa que ocurre a menudo, pues las veces que retiene sus ansias de muerte, se guardan, esperando el momento de florecer. Normalmente tiene actitud serena y tranquila, como si todo lo que pasara fuera no tuviera nada que ver con él, y la mayoría de los casos es así, su gesto turbio, demuestra casi siempre su carácter.
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ATRIBUTOS: -FUERZA: 1 + 1 + 2 = 4
-AGILIDAD: 1 +1 +1 + 3 = 6
-INTELIGENCIA: 1 +1 = 2
-ESPÍRITU: 1 = 1
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PARÁMETROS: -Daño físico: 8
-Defensa: 4
-Habilidad: 6
-Presteza: 12
-Daño mágico: 4
-Tolerancia: 2 + 1 =3
-Concentración: 2
-Constitución: 4 + 18 + 2 + 1 = 25
-Magia: 2 + 2 = 4
-HABILIDADES: - Spoiler:
Rapidez
Coste de magia: pasiva
Desgaste mental: pasiva
Precio: gratis
Efecto: AGILIDAD +1 siempre que se usen armaduras livianas
Requisitos: ser Pícaro
- Spoiler:
Vuelo novato
Coste de magia: pasiva
Desgaste mental: pasiva
Precio: gratis
Efecto: habilita el vuelo simple
Descripción: las alas del falso demonio le permiten desplazarse por el aire a una velocidad lenta. No se pueden realizar grandes maniobras ni otras acciones que el desplazamiento mientras se está en el aire
Requisitos: ser Falso demonio
-MAGIAS:-HISTORIA: Pasado, pasado, el pasado pasado está. Poco se conoce de el de este peculiar ser, y de su enigmático pasado, nacido dios sabe donde, seguramente en un sitio dejado de la mano de dios... pero... ¿Estos seres nacen? ¿Se reproducen? Siendo seres solitarios y destructivos difícil es. El caso es, que no hace mucho, hablando de temas históricos, claro está, quizás unos 10 o más años algo extraño ocurrió, algo relacionado con la destrucción. Una mañana como otra cualquiera, en la que el hombre salía de su maltrecho hogar en busca de comida. Algún ciervo cayó por culpa de una extraña bola de fuego salida de la nada. Desde que tiene consciencia el fuego siempre ha sido para él algo... inquietante, le atraía, le gustaba. Acarreando con la carne de tal animal, que cocinaría con más de su magia regresó a su hogar. Años llevaba ya conteniendo las ansias de sangre y ensimismado andaba por el bosque para no tener que hacerlo, pues en parte, tanta muerte, tanta destrucción, no podía ser bueno, para nadie. Desde siempre sabía que arrebatar vidas alimentaba la suya. Pero no le importaba, quizás buscó hacer un poco el bien, lo que resulta irónico. Pero cuando volvió, sus ansias de matar desaparecieron, pero no para siempre, ni mucho menos. Su cabaña, estaba ardiendo, y unos cuantos hombres junto a ella, riendo y comentando la combustión de esta. Los ojos del demonio se salían de las órbitas. Enseñó sus colmillos con un grito de rabia y se lanzó hacia ellos, sacando su cuchillo de caza, apretado tan fuerte que de ser una baratija habría quedado hecha pedazos en el suelo. Lo demás, es obvio. Todos cayeron uno a uno, brutalmente asesinados con cortes en partes del cuerpo en las que era difícil clavar un cuchillo . Pero eso no es todo, ni siquiera es un capítulo entero de su historia, pero el narrar el viaje, la destrucción y demás cosas bastante obvias, me parece completamente innecesario, pues todo el mundo sabe que tras la tormenta se esconde la muerte, el resentimiento, el odio. Completamente solo y desolado vaga por el mundo en busca de destrucción y quizás, y solo quizás, de algo más que no encuentra.
Pero sí que hay algo más, algo más reciente.
Entró en un bar de una ciudad perdida por el mapa. Entró soltándole una patada a la puerta que se abrió de par en par. Se sentó en una de las butacas de la parte más alejada de la barra. El camarero no tardó en llegar. Se le notaba su gesto tenso, temblando de miedo. Juraría que mi aspecto tampoco era para tanto.
Pidió unas cuantas cervezas y se propuso a esperar pacientemente hasta que estas llegaran. Beberlas y marcharse de ahí sin causar altercado alguno, cosa poco propia de él. Pero por desgracia, las cosas no siempre salen como las planeamos.
Uno de los borrachos, comenzó a lanzar blasfemias a su persona, palabras, solo palabras. No le hirieron, pero la escusa de poder matar por ellas le era más que suficiente. Lo agarró del cuello, lo levantó en peso e hizo presión en él hasta que se rompió como una rama seca. Dejó al cuerpo inmóvil caer sin vida al suelo y se relamió. Después, hizo arder el local sin que nadie saliera. Nadie.
Otros años después volvió a suceder una desgracia, aunque no tan irreverente, pus mas habían ocurrido en este largo periodo de tiempo (Relativo, claramente).
Todo empezó otra dura mañana cuando el sol se filtraba en lo que parecía ser una manta que cubría las ventanas para que no entrara el sol. Abrió los ojos y se encontró con ella delante, movió la cortina y miró hacia fuera. Una nueva ciudad, entera que saquear.
Salí de la cutre habitación de la taberna, bajé las escaleras y miré al tabernero con una mirada fría y penetrante, después pedí una copa. "La resaca es para los que dejan de beber" Pensé.
- Chico, deberías dejar de beber, has, pasado todo este tiempo en la taberna. - Dijo el hombre, que no parecía asustado.
- Usted cállese y sírvame otra copa. - Dije sin inmutarme.
- No deberías hablarme así, creo...
En ese momento lo agarré de la camisa y lo atraje hacia mi para tenerlo bien cerca.
- Escúcheme, su trabajo es servir copas, no aconsejar así que si no quiere que su nuevo empleo sea destrozar copas con el cráneo sírvame una cerveza.
Acto seguido lo solté y lo dejé donde estaba esperando. Pero no ocurrió nada.
Nada relacionado con mi queridísima cerveza. Cosa que odiaba inimaginable mente.
Dos hombres entraron, completamente armados y se acercaron hacia mi dispuestos a pelear porque según ellos yo había agredido al camarero y eso era abuso.
Pero ya no me importaba, habían buscado persona con el hombre idóneo. Agarré a los dos hombres y me zafé de ellos. Comencé a correr hacia la pared... ¿Hacia la pared? Sí. Salté hacia ella y reboté, con las dagas en alto y acabé con la vida de aquellos. Poco después ya estaba destrozando el bar. Cogí uno de los palos de la lumbre, aun ardiendo y lo lancé hacia la bodega, que ardió y salió volando, en pedazos. Pero eso no me importaba ya. Yo estaba saliendo de entre los palos algo magullado. El siguiente paso, destrozar el resto de la ciudad.
Poco tiempo me llevó. Tres... quizás cuatro horas e incluso puede que cinco. Al fin, cuando salí por la muralla de la ciudad, había quedado reducida a un montón de cenizas y aldeanos muertos. No sabía las consecuencias que eso acarrearía. Pero no me importaba.
Sin duda, ahí, me gané el nombre de:
Masacre.
-IMÁGEN: