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 (HISTORIA) La Catástrofe

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Lord JA
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Fecha de inscripción : 09/03/2011

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MensajeTema: (HISTORIA) La Catástrofe   (HISTORIA) La Catástrofe I_icon_minitimeJue Mayo 05, 2011 11:42 pm

Es maravilloso ver como las distintas criaturas desarrollan sus vidas de las maneras más variadas y majestuosas.
Es maravilloso, por ejemplo, ver como los humanos se conglomeran en grandes urbes, como los elfos se abocan a la magia, como la orfebrería enana alcanza productos de calidad indescriptible, o simplemente como un árbol crece o un caballo trota sobre las praderas.

Hablan algunos libros, por ejemplo, sobre un continente en el que el avance y el progreso se disparaban inconteniblemente hacia la perfección cuando nuestras tierras aún estaban tímidamente pobladas; en la que las criaturas inteligentes había logrado tal desarrollo en arquitectura, ciencia, magia y todo cuanto resulte imaginable que fácilmente podía uno creer que estaba rasgando las puertas del cielo desde las torres del conocimiento. Y se sabe que no son cuentos de hadas: existen hoy, aunque son difíciles de encontrar por su vejez o infrecuencia, personajes que conocieron con sus privilegiados ojos la silueta de la gran metrópolis de Regren alzándose imponente contra los vientos fríos del este y el bravo oleaje del sur, que palparon cada uno de sus muros con las yemas de sus dedos, que transitaron cada una de sus calles; gente que visitó la reticente ciudad de Jiratea y logró, con un complejísimo trabajo intelectual, arrancarle sus secretos arcanos; gente que en su andar tropezó con la inexplicable ciudad viva de Temorf; gente que conoció la exgerada camaradería de Kil-Keden, ciudad construida sobre una isla flotante y que a los parroquianos, aunque los conociera por poco tiempo, los guardaba en un especial rincón de su corazón hasta hoy. Todo esto por no entrar en detalle de su especial flora y fauna, de su geografía y de sus grandes e inagotables misterios.

Tales cosas existieron, si… aunque hoy no se pueda separar la verdad de esa aura de fantasía que se genera, casi por una fuerza superior, sobre las cosas que nos son dadas con un velo del que no escapa el más mínimo haz de luz.

Lo cierto, el punto en que todos los relatos y las historias convergen a pesar de sus diferencias, es que hubo en aquellas tierras una gran catástrofe. Ese nombre mereció luego dicho evento: La Catástrofe.
Es un punto indiscutible que la Catástrofe aconteció, pero el lector tendrá que perdonarnos esta nueva confesión: nadie sabe lo que fue la Catástrofe.
Se cuenta de monstruos retorcidos, de plagas, de desastres naturales, de ejércitos oscuros, de aberraciones imposibles e indescriptibles desafiando la lógica y la imaginación por igual.
Confesada humildemente nuestra ignorancia intentaremos ahora hablar de nuestros dudosos conocimientos… pues si nos es imposible saber, queremos al menos dar cuenta de nuestra intención de descubrir. A continuación diremos lo que, a juicio nuestro, es la información más “precisa” sobre lo sucedido en aquella tierra. Téngase cuidado al leer estas líneas: nuestro único criterio de verdad es la mayor o menor concordancia de relatos. Nada ha sido probado empíricamente.


Lo primero en suceder fue una plaga devastadora en Temorf. No se sabe su fuente (no hay acuerdo respecto a si fueron alimañas o alguna enfermedad desconocida de los organismos vivos en general), pero al parecer todas la criaturas (incluídas las plantas) de la ciudad y sus alrededores comenzaron a morir a una vertiginosa velocidad por una aflicción extraña e indeterminable.
Al décimo día de la peste se cuenta que Berroragón, la colosal Gargantúa sobre la que se erigía Temorf probó su existencia (en aquella época y ahora también es discutible la existencia de Berroragón: solo se lo consideraba una criatura del folclore local) levantándose sobre sus dos pies y echándose a andar, a paso lento y pausado, con un marcado vaivén que denotaba una profunda dolencia. Sea lo que fuere que estaba matando a sus ciudadanos ahora había infectado a Berroragón.
Para entonces solo quedaban en vida alrededor de 50 seres inteligentes sobre Temorf y ninguna planta ni animal. Berroragón caminó un largo trecho hasta el cordón montañoso de Kev que le tomó algo más de un día y entonces comenzó a subir. Ya desde la ladera había echo conocer su ronca y profunda voz emitiendo largos gemidos, como lamentos de un gigante moribundo. Cuando había alcanzado aproximadamente la mitad de la altura de la montaña respiraba con dificultad y gemía continuamente aunque en un tono más débil. Da unos pocos pasos más, se tambalea, emite un agudo sonido gutural y finalmente se desploma rodando montaña abajo, matando en su caída a los últimos sobrevivientes y arrasando un pueblo cercano.

Esta noticia se difundió con mucha velocidad y alcanzó a todas las personas en un tiempo mínimo, causando partes iguales de incredulidad y conmoción.
Para los conmocionados, pronto tendrían otros motivos por los que lamentarse. Para los incrédulos, pronto les serían dadas pruebas.

Al día siguiente de esto le llegaría el turno a Jiratea. Se dice que los magos más experimentados comenzaron a percibir una perturbación importante en las corrientes mágicas que a pesar del profundo estudio que realizaron por comprenderlo no pudieron resolver. A los dos días, el cielo sobre sus cabezas se oscureció y una espesa niebla se apostó en la zona, limitando la visibilidad media a dos metros. La tierra se volvía increíblemente húmeda y para la noche comenzó a moverse. Antes del alba los muertos se habían alzado y una sangrienta guerra había dado inicio y duraría hasta el final de la Catástrofe. Jiratea fue la segunda ciudad en ser azotada y la última en caer.

Kil-Keden sufrió un golpe más devastador, aunque posiblemente también más piadoso. Del cielo cayeron las estrellas reduciendo a escombros todo lo que allí existía en escasos segundos. La isla flotante cayó devastada sobre un altiplano.

Para ese entonces ya todo el continente estaba sumido en caos: la mayoría de su superficie era una llanura desolada, una fétida ciénaga o simplemente un cementerio. Las tormentas de rayos eran frecuentes, se habían ubicado varios tornados que se negaban a disolverse, los pueblos costeros estaban inundados, los terremotos se repetían desgarrando el suelo y los volcanes escupían incesantemente toneladas de hirviente magma.

La Catástrofe daría su último golpe en Regren. Aquí comenzaron a aparecer de todos lados criaturas de pesadilla que se abalanzaban furiosas sobre los vivos exterminándolos sin compasión. La ciudad resistió algo más de 2 horas.

Pocos escaparon a este desastre para contarlo, y poco es lo que se consigue en estos días en las expediciones a Forán, continente de la Catástrofe, pero lo cierto es que algo escindió la vida tal y como era al inicio.
Hoy, dos generaciones después, la gente prefiere olvidar a Forán como si nunca hubiera existido. Descreen de todo lo que los sabios y los ancianos les comentan o prefieren simplemente no pensar en ello.
Lo que a mí me inquieta es: ¿será realmente bueno olvidar aquella historia? ¿Es inconcebible que la inefable fuerza que sumiera en penumbras todo un continente no esté, ahora, mirándonos desde el umbral?
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